La disfunción en el circuito neuronal de la regulación de las emociones – Un posible preludio hacia la violencia

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– 21.08.2000 – 


Las emociones son normalmente reguladas por un circuito complejo que consiste en la corteza orbitofrontal, amígdala, corteza cingulata anterior, y otras regiones interconectadas. 

Existen factores genéticos y ambientales que contribuyen a la estructura y función de este circuito.  Pensamos que la agresión impulsiva y la violencia surgen como consecuencia de una falla en la regulación de las emociones.  La corteza prefrontal recibe una gran proyección  serotonérgica, la cual es disfuncional en aquellos individuos que demuestran violencia impulsiva.  Los individuos vulnerables a fallas en la regulación de las emociones negativas se encuentran predispuestos a la violencia y agresión.  Investigaciones sobre el circuito neuronal de la regulación de las emociones sugiere nuevos caminos de intervención para las poblaciones en riesgo. 

En este artículo nos centramos en la naturaleza del estilo afectivo que puede predisponer a un individuo hacia este comportamiento aberrante.  El estilo afectivo es un término que se refiere a las diferencias individuales consistentes dentro de los parámetros que gobiernan la reactividad emocional.  La predisposición hacia la agresión impulsiva está asociada al bajo umbral para la activación del afecto negativo y una incapacidad de responder apropiadamente a las consecuencias negativas anticipadas al comportarse agresivamente. 

Aunque muchos estudios neurobiológicos acerca de la agresión y violencia típicamente no diferencian entre la agresión premeditada e impulsiva, esta diferencia es muy relevante para la comprensión de las bases neuroanatómicas, neuroquímicas y genéticas, y consecuentemente, nos confinamos a la discusión de la agresión impulsiva, que muchas veces culmina en la violencia física.  

La Regulación de las Emociones: Los sustratos del centro neuronal

Un circuito que incluye varias regiones de la corteza prefrontal, la amígdala, hipocampo, hipotálamo, corteza cingulata anterior, corteza insular, striatum ventral, y otras estructuras interconectadas ha estado implicado en varios aspectos de las emociones, estilo afectivo y la regulación de las emociones.

Existe evidencia que indica que la amígdala es crucial para aprender a asociar estímulos con eventos de recompensa y castigo.  En estudios de neuroimágenes humanas, la amígdala es activada como respuesta a amenazas (tales como expresiones faciales de miedo), como también ante el miedo inducido y afecto negativo generalizado.  En dos estudios de neuroimágenes que han tratado de inducir el enojo específicamente, los sujetos normales mostraban un aumento en la activación de la corteza orbitofrontal y corteza cingulata anterior.  Estas activaciones pueden normalmente ser parte de una respuesta reguladora automática que controla la intensidad del enojo expresado.  Esperaríamos que en individuos propensos a la agresión y violencia, el aumento en la activación de estas áreas usualmente observados estén disminuidos.

Se examinó la activación de la amígdala por imágenes de resonancia magnética al ordenar a los sujetos que mantengan emociones negativas luego de ver fotos desagradables comparado con un grupo que miraba las fotos pasivamente.  Encontramos una mayor activación de la amígdala luego de que la foto sea retirada en el grupo que fue ordenado mantener emociones negativas comparado con la condición de mirar pasivamente.

Las implicancias de estos estudios son muchas.  Primero, las diferencias individuales en la capacidad de regular emociones se pueden medir objetivamente.  Segundo, las diferencias individuales en patrones de activación prefrontal reflejan diferencias en aspectos de la regulación emocional.  Tercero, las diferencias individuales en la capacidad de regulación de las emociones, particularmente como se aplican en la supresión del afecto negativo, pueden ser especialmente importantes en la determinación de la vulnerabilidad a la agresividad y la violencia.  

La Neurobiología de la Ira y Agresión

La disrupción del sistema de serotonina (5-HT) ha estado ligado a la agresión y violenciade varias maneras.  Se cree que la serotonina ejerce un control inhibitorio sobre la agresión impulsiva.  El nivel del metabolito 5-HT, ácido 5-hidroxiindolacético (5-HIAA), en el líquido cerebroespinal refleja la actividad serotonérgica presináptica en el cerebro.  En pacientes psiquiátricos, hombres violentos e impulsivos, y victimas de suicidios violentos se encontró el compuesto 5-HIAA reducido en el líquido cerebroespinal.  Además, se vio que la concentración de 5-HIAA predice la agresión de 2 a 3 años en el futuro en chicos con problemas de conducta.  Las personas violentas impulsivas contienen una menor concentración de 5-HIAA en el líquido cerebroespinal que aquellas violentas pero no impulsivas.

La síntesis de 5-HT depende de la presencia del aminoácido triptofano.  Limitando el triptofano en la dieta, se puede reducir la concentración de 5-HT.  La falta de triptofano inducida consumiendo bebidas con otros aminoácidos produjo un aumento de la agresión en hombres normales y agresión espontánea y competitiva en monos, en comparación con las bebidas que contenían triptofano en una alta concentración.

Existe un polimorfismo en el gen que codifica para la triptofano hidroxilasa (TPH), la enzima limitante en la síntesis de serotonina, que se correlaciona con medidas indirectas de la función central serotonérgica, como también diferencias individuales en el comportamiento agresivo.

En otro estudio realizado con 41 asesinos, se encontró una hipoactivación de las áreas prefrontales, incluyendo las zonas laterales y medias de la corteza prefrontal, como también una hiperactivación de la zona derecha de la amígdala pero no la izquierda, en comparación con controles del mismo sexo y edad.  En un posterior análisis de estos datos, los asesinos fueron clasificados según aquellos que cometieron asesinatos planificados y aquellos que cometieron asesinatos afectivos e impulsivos.  Los asesinos impulsivos mostraron una reducción en el metabolismo lateral de la corteza prefrontal comparado con los controles y el otro grupo de asesinos.  Además se observó un aumento en el metabolismo en el hemisferio derecho de las regiones subcorticales (hipocampo, amígdala, tálamo, y cerebro medio) en los asesinos impulsivos comparado con los otros grupos.

La regulación de las emociones, la agresión y violencia: ¿Sustratos neuronales comunes?

La agresión afectiva impulsiva puede ser el producto de una falla en la regulación de las emociones.  Los individuos normales son capaces de regular voluntariamente sus afectos negativos y tienen beneficios de los signos faciales y verbales de miedo o ira que también tienen un papel regulador.  Nosotros sugerimos que los individuos predispuestos a la agresión y violencia tienen una anormalidad en el circuito central responsable de estas estrategias de adaptación del comportamiento.  Las anormalidades funcionales o estructurales en una o más de estas regiones o en las interconexiones entre ellas puede aumentar la predisposición hacia la agresión impulsiva.  La evidencia revisada anteriormente sugiere que las anormalidades en la función de serotonina en regiones de la corteza prefrontal pueden ser especialmente importantes.  Otros neurotransmisores, neuromoduladores, y hormonas también están involucrados, incluyendo la testosterona, norepinefrina, dopamina, factor liberador de corticotrofina y colesterol, aunque ninguno de estos ha recibido demasiada atención en los estudios humanos de agresión y violencia.

El papel de la amígdala en la agresión impulsiva es complejo.  Las conductas amenazantes individuales son transmitidas hacia el núcleo lateral de la amígdala, que luego se proyecta al núcleo basal y es ahí donde la información acerca del contexto social derivada de las proyecciones de la corteza orbitofrontal es integrada con la información percibida.  La respuesta luego puede ser iniciada vía proyecciones desde el núcleo basal hacia varias zonas de la corteza, y las respuestas fisiológicas pueden ser producidas vía proyecciones desde el núcleo basal hacia el núcleo central y luego hacia el hipotálamo y tronco encefálico.  Demasiada activación o muy poca activación de la amígdala puede llevar al surjimiento de afectos negativos excesivos o pueden producir una disminución en la sensibilidad hacia las connotaciones sociales que regulan las emociones, respectivamente.

Hay muchos factores que influyen en la estructura y función de este circuito.  Los factores genéticos juegan un papel importante como se vio con la asociación de un polimorfismo del gen TPH con características de agresividad.  Sin embargo, estos factores sin duda interaccionan con influencias ambientales tempranas.  Además, este circuito es dramáticamente afectado por influencias sociales tempranas. 



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