El impacto disruptivo del coronavirus y la inmunidad psíquica

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OPINIÓNColumnista invitado (*) | Lo disruptivo puede producir miedo y tristeza. Lo importante es que no sea aterrador y que sea elaborado adecuadamente.

He llamado impactos disruptivos a factores externos que provocan alteraciones psíquicas. La inmunidad física es la creación de defensas ante virus o bacterias por procesos propios e individuales. A veces, aparecen nuevos virus ante los que no hemos desarrollado inmunidad, como el coronavirus Covid-19. Del mismo modo, detectamos procesos psíquicos para funcionar saludablemente ante impactos disruptivos a los que llamamos inmunidad psíquica.

Cada psiquismo tiene su propia modalidad defensiva ante las adversidades. Existen situaciones en que el psiquismo no puede reconocer el peligro. La esencia de la inmunidad psíquica es desarrollar defensas enfrentando las situaciones y no huyendo o negándolas.

Las tres características de la inmunidad psíquica son: reconocer el factor dañino, reconocer individualmente reacciones propias y tomar individualmente las medidas adecuadas para preservarse de ellas.

Ante impactos inesperados, algunos reaccionan escapándose, corriendo, aislándose, negando la situación etc. al emerger estas reacciones las personas pueden sentirse extrañas, lo que se vuelve nocivo y persecutorio. De la misma manera que cada organismo reacciona de forma idiosincrática ante las infecciones, psíquicamente cada cual reaccionará en base a su propio estilo.

El coronavirus nos enfrenta a la falta de capacidad de desarrollar defensas físicas, y junto a ello no nos permite desarrollar defensas psíquicas, puesto que nos enfrenta a lo que el hombre no puede aceptar, la incertidumbre. Es sumamente amenazante que el individuo no pueda tener ningún tipo de proyección no solo en su vida personal, sino con su entorno familiar, social y económico.

Sabemos interaccionar en forma positiva o negativa, pero desconocemos cómo es vivir aislados. El coronavirus puede coartar el desarrollo de inmunidad psíquica porque la amenaza es lo absolutamente incierto.

Debemos incentivar el desarrollo de la inmunidad psíquica transformando lo incierto en conocido, abordable, posible. Comenzando desde los marcos más íntimos para contactarnos con lo propio. Surge la incógnita de cuál es la respuesta. Es muy simple, solo la creatividad, una acción mancomunada y solidaria y el apoyo mutuo entre las personas puede transformar lo no conocido en propio.

Puedo dar cuenta de dos experiencias vividas de forma similar con otras dimensiones.

Primera guerra del Golfo: Fue una de las 5 guerras en las que participe a pesar de ser un pacifista. La población debía recluirse en sus casas, con máscaras de gas. Fueron niños los que desarrollaron un sistema radial entre ellos, aconsejando a los mayores lo que debían hacer. Así es que comenzaron iniciativas para encontrar el modo de enfrentarse psíquica y socialmente a dicha situación.

En la Argentina, durante el corralito: Ante la incertidumbre económica, atendimos afecciones gástricas o cardíacas en una proporción 20 por ciento mayor que en años anteriores.

Lo desconocido

Hoy, nos enfrentamos ante lo desconocido a nivel mundial. No sabemos cuántos días o meses nos llevará disminuir esta amenaza que tratamos de transformar en controlable. Las reacciones ante estos impactos disruptivos nada tienen que ver con el estrés, trauma o psicosis social.

Quienes tenemos experiencia en tratamientos clínicos en estos casos debemos aprender a asistir a la población para que se desarrollen las potencialidades necesarias, siendo cuidadosos de no incluirlos dentro de los registros patológicos, (al margen de las personas que requieran de sus tratamientos). El impacto disruptivo del coronavirus nos presenta reacciones de personas normales enfrentando situaciones anormales. Lo especial de lo que hoy vimos es que no hay pacientes y terapeutas, aquí estamos todos insertos en los mismos impactos disruptivos.

Debemos incentivar la creatividad especialmente la iniciativa de los niños y jóvenes. Desarrollando redes interactivas para enfrentar la situación sumadas a pautas precisas de las autoridades sanitarias, educativas y económicas de cada región. Posiblemente de este modo, incentivaremos en forma conjunta la inmunidad psíquica requerida.

El coronavirus, paradójicamente, tiene dos cualidades positivas: no es nacionalista y no discrimina géneros ni estratos sociales.

Agraciadamente, la naturaleza está dando signos de cambios limpiándose los ríos, creciendo los bosques con aires más puros… Posiblemente, esto nos enfrenta a nuestras propias manifestaciones destructivas. Estamos preservados para desarrollar mayor Inmunidad psíquica ante estos impactos disruptivos. Espero que en forma mancomunada podamos transitar la incertidumbre aceptando lo desconocido.

(*) El profesor emérito Moty Benyakar es maestro, psicopedagogo, psicólogo, médico, psiquiatra, psicoanalista. Es además director de la Cohorte de Lo Disruptivo para el Doctorado en Psicología de la USAL, director de la Maestría en Psicoanálisis USAL-APA y profesor de Honor de la Asociación Mundial de Psiquiatría, de la UNESCO, y de la Universidad de Barcelona.

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