Dignificar el síntoma

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DIGNIFICAR EL SÍNTOMA
En busca de su significado para intervenir en la enfermedad


PRÓLOGO

Este libro contiene dos partes bien diferenciadas, pero con un nexo común: la conexión entre nuestras vivencias y la enfermedad.

La primera parte incluye seis capítulos donde se proponen y argumentan los mecanismos por los que ciertas circunstancias, que acompañan a nuestras vivencias, influyen en la génesis de la enfermedad tanto sea esta orgánica, funcional o mental. Este proceso explicativo trata de esclarecer el cómo y para qué enfermamos, en las correspondencias con las experiencias vividas que se manifiestan en signos y síntomas de la enfermedad y su sentido o finalidad en relación a la evolución biológica de los seres vivos y su contexto social.
La segunda parte contiene cuatro historias situadas en el escenario subyacente de la enfermedad -donde se emplazan las correspondencias con las experiencias vividas-, por lo que interesa observarlas, analizarlas…y comprenderlas…Nos servirán como un material de reflexión para entender el vinculo entre la vivencia y la enfermedad.

Aviso importante
Si el lector/a no tiene conocimientos previos de medicina, biología u otras ciencias de la salud recomiendo que lea en primer lugar la segunda parte. Una vez efectuado esto -si consigue llegar al final- le ofrezco ponerse en contacto conmigo al correo electrónico: vherrera@wol.es para tratar de poner en marcha un seminario o curso informativo para facilitarle, asi, la lectura y comprensión de la primera parte. O bien, movido/a por su interes y entusiasmo – si se ha conseguido movilizar esta emocion-, puede leer esta primera parte con la ayuda de un diccionario de terminología medica.

Llegué a intuir y constatar que existía una relación entre la enfermedad y las situaciones relevantes vividas por la persona de manera dramática y, de alguna forma, no compartida, después de practicar medicina general durante veinte años en un medio suburbano con un alto índice de morbilidad, de efectuar un trabajo de diagnóstico clínico por el laboratorio durante diez años y después de llevar a feliz término diversas tareas en cooperación sanitaria en países del hemisferio sur con una ONG catalana. Esta idea fue surgiendo tras observar cientos de casos clínicos con diversos diagnósticos.

Debo advertir que esta labor de observación se efectuó teniendo presentes estas circunstancias:
1.- La duración de la consulta médica individual no estaba sujeta a límites de tiempo, ya que la misma estaba insertada en una experiencia de autogestión de la salud por parte de un grupo de profesionales, organizados en una cooperativa de trabajo asociado.
2.- La consideración de las circunstancias personales en relación con el entorno familiar, laboral y social. Estas condiciones eran tomadas en cuenta en el abordaje terapéutico.
3.- La participación activa en el movimiento social del entorno de los pacientes. No como mero observador sino como agente activo para la transformación social de la realidad circundante del paciente.


Esta relación entre las situaciones personales y la enfermedad, apenas es tenida en cuenta por la medicina que más consenso tiene hoy día. Si acaso, es esbozada por ciertas teorías que consideran alguna participación psicosomática en aquellas dolencias que categorizan el estrés o los estados depresivos como factores que facilitan los síntomas físicos en los órganos más débiles, y los psíquicos en personalidades más vulnerables. Procesos cuya aparición se explica por un sistema inmunológico alterado y por una caracterología individual más susceptible a los influjos del medio ambiente
Hasta la fecha, a decir verdad, la medicina convencional no contempla la relación entre la sociología y la biología con la suficiente atención para considerar que existe un marco conceptual que explique esta conexión. Uno de los objetivos de este libro es ofrecer elementos para construir este marco.

El primer capítulo de este libro – datos para la reflexión – lo dedico a exponer argumentos para pensar que los fundamentos que sustentan la medicina más utilizada y reglada se basan en una convención, que no es otra cosa que un acuerdo de cómo interpretar una información sobre hechos – los signos y síntomas de la enfermedad – que consideramos patológicos y nos causan malestar y sufrimiento. Pero esta interpretación, aunque es aceptada de forma mayoritaria, no ha de excluir otras explicaciones sobre lo observado en la enfermedad. Para ello, propongo otra posibilidad de ver las cosas o perspectiva, que se ajuste al método científico que trata de explicar y prever los fenómenos.
En el segundo capítulo del libro – rupturas y asunciones – describo un conjunto de ideas para tratar de entender la enfermedad según una conexión entre lo social y lo biológico y que, a mi parecer, sirven para consolidar con bases firmes y coherentes esta otra perspectiva. Estas rupturas con principios y criterios del modelo convencional y asunciones de nuevos conceptos se basan, por una parte, en aportaciones de física y biología de la evolución y, por otra, en la teoría propuesta por Geerd Hamer y sus descubrimientos enmarcados en lo que se ha denominado Nueva Medicina. Los criterios surgidos de las leyes biológicas de la N.M. están contenidos en las asunciones que se presentan en este capítulo en que el mecanismo de enfermar se fundamenta en la conexión entre el psiquismo, el cerebro y los órganos.
En el tercer capítulo – bases psicobiológicas – estudio no sólo el mecanismo de enfermar según esta perspectiva, sino otras formas de respuesta en la enfermedad; cómo abordar el diagnóstico de los síntomas, y una orientación terapéutica. Los modernos estudios de neurobiología o neuropsicología, con las modernas técnicas de exploración, ya tienden a considerar la existencia de un substrato cerebral en los trastornos mentales incluyendo las psicosis funcionales clásicas como la esquizofrenia y la maníacodepresiva. El mecanismo de enfermar según la N.M. engloba a las enfermedades orgánicas en esta correlación, y presenta un mecanismo etiopatogénico innovador. Quizás es éste el punto de discusión más controvertido, ya que a las áreas cerebrales motoras, sensitivas y de asociación, aceptadas por la moderna neurobiología, se añade una cartografía cerebral que vincula las situaciones conflictivas situadas en el psiquismo – conflicto biológico – con órganos o tejidos del cuerpo en una relación córtico-visceral.
En el cuarto capítulo – abordaje de enfermedades – analizo el trastorno mental, el cáncer y el SIDA en este otro contexto, en que la enfermedad tiene un «sentido biológico» insertado en la evolución de las especies y, además, posee un propósito específico. De manera que, en las dolencias y sufrimientos de las personas que han consultado por sus problemas de salud en este tipo de enfermedades, he creído entender la intención del síntoma. Incluyo en este capitulo un ensayo sobre la depresión, en que introduzco una nueva cualidad al síntoma el cual, además de sentido, posee su propia dignidad. Esto lo justifico no sólo como propone la Nueva Medicina, como un proceso coherente – programa inteligente de la naturaleza – sino también, tal como afirma el psiquiatra suizo Carl Gustav Jung en su Psicología arquetípica, como un lenguaje corporal que surge de nuestros complejos o conflictos, y que hemos de incorporar como material que muestra lo que la salud nos esconde.
En la propuesta de esta síntesis de la Nueva Medicina y la Psicología Arquetípica, efectúo una reflexión sobre el importante aspecto terapéutico que requiere un alto grado de comprensión en un determinado contexto: curar los síntomas no es sólo neutralizarlos con sus contrarios – lo antisintomático -, sino situarlos en un marco más global de sanación en que se ha de sentir la emoción de su sentido o propósito, y esto, si se consigue, es terapéutico. Y este objetivo se alcanza no sólo con la recuperación de la salud – desaparición de los síntomas – sino también con la muerte. En este nivel de comprensión, la enfermedad nos invita al acercamiento a un alma escindida y, en la medida que se efectúe el encuentro con esta alma, se consigue la auténtica curación. Esta aproximación queda plasmada de manera extraordinaria, en los trabajos del psicólogo arquetípico James Hillman, ya que, según esta metáfora de la escisión, los motivos bio y psico patológicos, que se encuadran en el cuerpo y la mente, son manifestaciones – somatizaciones y psicologizaciones – que afloran de la separación que se produce en esta escisión.
El interés de las propuestas de la Nueva Medicina – y de ahí su importancia – surge de que describe estos motivos en los conflictos biológicos que, según su naturaleza e interacciones, se sitúan en los órganos y/o en el psiquismo. En esta síntesis encontraremos, a mi entender, elementos para la puesta en marcha de una estrategia terapéutica que nos conduzca por la vía magna de la sanación. Al menos esta es mi intención y espero que el lector pueda captar, también, la emoción de este objetivo. Por otra parte pongo en consideración una importante cuestión en esa estrategia terapéutica: es preciso actuar con prudencia y tener en cuenta que todo esta interconectado. Por tanto no caigamos en la tentación de actuar como aprendices de brujos. La humildad es buena consejera…
El quinto capítulo está dedicado al análisis de casos clínicos comentados, y un artículo de síntesis.

La segunda parte del libro contiene cuatro narraciones que pretenden poner en marcha reflexiones en cada uno de los lectores, en la medida que su contenido haya conseguido remover significados, según su conciencia y el sistema de evaluar su propia experiencia.
1.- Primiguerra: No empezamos desde una «tabla rasa». Los patrones de conducta están presentes. Generación tras generación heredamos pautas de comportamiento.
2.- Si una hormiga fuera…: La lucha por romper una aparente evidencia científica. Y la constatación de nuestra conexión con la Naturaleza. Para comprender el sentido del síntoma buceemos en la conciencia de las hormigas. Allí encontraremos respuestas.
3.- Horror vacui: La natural confusión en los asuntos del amor (afectos) de un varón contemporáneo. La dicotomía entre el vinculo y la libertad y la propuesta de nuevas formas de relación interpersonal.
4.- Viaje de Vuelta: Un ensueño post-mortem y el encuentro con dos naturalezas femeninas para llegar al final de la era de Piscis.

Y algo más…

Veamos…



Vicenç Herrera
Mirasol, invierno del 2002

Primera Parte

CAPÍTULO PRIMERO

A/DATOS PARA LA REFLEXIÓN: LIMITACIONES DEL ACTUAL MODELO MÉDICO

1.- La convencionalidad: una forma de «captar» la información

Santiago María Ramón y Cajal, premio Nóbel de Medicina por sus descubrimientos de anatomía y fisiología del Sistema Nervioso, expuso en su discurso de ingreso en la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, la conveniencia de conocer las circunstancias anatómicas y fisiológicas que suceden en la enfermedad y no tratar de investigar sus causas últimas. De esta manera se estaría en disposición de ayudar en las mejores condiciones a los pacientes para la curación de sus dolencias. Este discurso lo efectuó el día 5 de Diciembre de 1897 y lo tituló: Los tónicos de la voluntad.

En esta convención se distinguen tres etapas:
La primera define una entidad patológica clínica como una constelación de síntomas y signos físicos que siguen un curso más o menos previsible o una evolución natural. Sin embargo, la mayoría de estos procesos no son especies puras: la hidropesía o edema generalizado por el cuerpo, por ejemplo, se observa en diferentes procesos patológicos como en la glomerulonefritis, en la insuficiencia cardíaca congestiva o en la pericarditis constrictiva. O bien, una pérdida de visión, en otro ejemplo, puede ser debida a alteraciones vasculares o a procesos desmielinizantes del sistema nervioso.
La segunda etapa divide esta entidad clínica, a su vez, en enfermedades clínicas según características que la definen basadas en un diagnóstico clínico-biológico con medios bioquímicos, hematológicos, histológicos, procedimientos histoquímicos, inmunes e imaginería, etc.
La tercera etapa alcanza el reconocimiento de la causa con la ayuda de la genética, microbiología, bioquímica, biología molecular, etc. Con estas últimas disciplinas, y según esta metodología científica, se han descubierto agentes etiológicos que se consideran que están situados en las causas de la enfermedad.

Así, en el primer ejemplo, la causa puede estar vinculada al fenómeno de la autoinmunidad y, en el segundo ejemplo, la pérdida de visión puede ser debida a una embolización de un coágulo de sangre procedente de un mixoma o tumor del corazón, o a una alteración intrínseca de la coagulación de la sangre por anticuerpos antilipémicos

2.- Algunos límites en la convención

En las dolencias de carácter orgánico, como en las llamadas enfermedades mentales, encontramos problemas a la hora de aplicar las definiciones propuestas por esta convención. Así, en la enfermedad cancerosa no se ha pasado de la segunda etapa, ya que muchos tumores y proliferaciones celulares se consideran idiopáticos o de origen desconocido, o bien de causa multifactorial, lo cual no deja de ser un eufemismo sobre la dificultad de encontrar las causas del cáncer.
El síndrome de la inmunodeficiencia adquirida (SIDA) merece una atención especial, ya que las tres etapas anteriormente consideradas han sido mezcladas y han sufrido un revuelo estrepitoso: se define un síndrome a partir de una sintomatología común como la inmunodepresión, a la que se añade la presencia de hasta 29 enfermedades, y por otra parte, se derrumban los criterios clásicos de Koch, necesarios para considerar que una sintomatología tiene un origen infeccioso.
También en el campo de la psicología y psiquiatría encontramos problemas a la hora de fijar criterios o estándares dentro de la primera etapa, ya que en las enfermedades mentales existen numerosas teorías, entre las cuales destaca la que considera que los trastornos psicológicos son reacciones emocionales a cierto tipo de estímulo – insulto – ambiental y, por tanto, son anomalías cuantitativas que difieren de lo normal en forma continua y uniforme, en lugar de agrupar los trastornos en entidades cualitativamente distintas con patologías y causas separables.

Ahondando un poco más en estos tres grupos de enfermedades, se observan numerosas incógnitas y cuestiones no resueltas que hacen tambalearse el edificio construido por la convencionalidad. Algunos científicos evalúan esta situación como la propia de un campo de incertidumbres y, por tanto, tolerable dentro del sistema médico actual. Observemos algunas de estas incertidumbres:

3.- El caso del cáncer

En el caso del cáncer, destacan la existencia de la llamada «curación espontánea» o no explicada por los criterios convencionales de los tumores, y la presencia de tumores de larga duración diagnosticados o hallados de forma fortuita en autopsias. Ambas circunstancias constituyen unos hechos incuestionables, ya que existen numerosos casos descritos en la literatura médica.
Resulta difícil aceptar que sea posible la extensión a distancia de un tumor – el fenómeno de la metástasis – después de muchos años de haber sido intervenido quirúrgicamente el tumor primario, de no haber recidivado ni local ni regionalmente, incluso después de haber recibido el tratamiento anticelular correspondiente. Un ejemplo muy frecuente lo podemos observar en mujeres diagnosticadas de neoplasia de mama a las que se ha extirpado la glándula, practicado un vaciado ganglionar, que han recibido quimioterapia adyuvante o coadyuvante y a las que la zona les ha sido irradiada y, que después de veinte o más años, han desarrollado metástasis a distancia en hígado, huesos, cerebro, etc.
Para aceptar estos hechos, se tiene que recurrir a la teoría que sustenta la explicación de las metástasis. Ésta procede de los descubrimientos de Wirchow hace más de cien años, y se basa en la capacidad invasiva de células con su mecanismo acelerado de reproducción. Además, para completar estos fenómenos, se toman en cuenta diversas hipótesis auxiliares dentro de la teoría general, como la de las micrometástasis. En esta hipótesis, las células se mantienen un tiempo en fase de latencia mitótica, para, en un momento determinado, activarse en su crecimiento celular por cambios en su sistema de reconocimiento celular o debido a depresiones del sistema inmune. Esta demora se explica así, ya que cuando se efectúa el diagnóstico, el tamaño alcanzado de la neoplasia-hija, sólo es posible si ha estado un tiempo en fase de latencia o G0. También existe otra explicación a este fenómeno en la hipótesis de las células acantonadas en los vasos sanguíneos, que se desprenden después de un tiempo de estar insertadas en sus paredes. La comunidad científica acepta como irrefutables todas estas hipótesis, no sólo por su aparente evidencia en una actitud no exenta de una considerable inercia, sino por la falta de otra teoría bien fundamentada que explique mejor estos fenómenos.
En la clínica diaria y en un porcentaje de casos no despreciable, se llegan a diagnosticar tumores primarios, totalmente asintomáticos, después de una búsqueda exhaustiva, ya que sus «esperadas» metástasis se manifiestan clínicamente en primer lugar sin que existan síntomas del tumor primario. La explicación a este hecho, en general, es atribuida a la presencia de tumores primarios muy pequeños que pasan desapercibidos por los medios diagnósticos habituales, o bien a tumores que han desaparecido tras dejar sus células en el torrente sanguíneo, como es el caso de los cánceres de piel. Este fenómeno va en contra de la supuesta virulencia de los cánceres que crecen sin cesar y que lógicamente cabría esperar, en primer lugar, o al menos durante el proceso expansivo, síntomas del tumor-madre. En algunos casos, se diagnostican estos tumores en autopsias y, en un porcentaje de casos, no se encuentran, quedando como huérfanas las metástasis. En ocasiones, en las autopsias efectuadas por otras causas de muerte, se hallan tumores sin que éstos hayan producido algún tipo de clínica, como se ha comentado anteriormente.
El estudio riguroso de los marcadores tumorales en los casos de las metástasis a distancia, muestra unos resultados paradójicos, ya que se observan cambios en los valores con normalizaciones de los marcadores originales del tumor primitivo y la aparición de elevaciones de nuevos marcadores, cuando lo esperado sería mantener los valores del marcador original. En ocasiones, por otra parte, a pesar del uso de estos marcadores tumorales, resulta muy difícil diferenciar secundarismos de segundos tumores primarios. Sólo la anatomía patológica en las necropsias puede confirmar estas diferencias que en el ámbito terapéutico tienen su importancia: en el marco convencional no es lo mismo tratar metástasis de un tumor primario, que otro tumor primario (situación frecuente, por ejemplo, en los tumores de orofaringe y masas pulmonares).
Es evidente la existencia de una asociación estadística entre determinadas exposiciones de riesgo – los llamados cancerígenos – y cáncer, pero no hay que olvidar, por ejemplo, que un 20% de cánceres de pulmón no están relacionados con el humo del tabaco, y este fenómeno se puede extender a los demás cánceres que se asocian con factores de riesgo: el melanoma se presenta en personas que no están expuestas al sol; el cáncer de vejiga de orina se presenta en personas que nunca han fumado ni han estado en contacto con colorantes de anilina y, por supuesto, existen leucemias en zonas muy distantes a las centrales nucleares, etc. Por otra parte, los cánceres en que se consideran factores hereditarios como el retinoblastoma, la enfermedad adenomatosa de colon, entre otros, representan una proporción que no llega al 10% del total de los tumores en la clínica oncológica.

4.- El fenómeno del SIDA

Después de veinte años de presentarse esta enfermedad, persisten cuestiones no resueltas. A pesar de ser una entidad muy estudiada, la etiopatogenia de este síndrome ha cambiado desde hace seis años. Anteriormente a esta fecha, se atribuía a un retrovirus de crecimiento lento. Desde 1995 se le atribuyen otras propiedades, y se trasforma en uno de crecimiento ultrarrápido. Momento que coincide con la recomendación de utilizar combinaciones de varios medicamentos antivíricos en su tratamiento.
Las previsiones catastrofistas de la epidemia mundial del SIDA, en el llamado primer mundo, no se están cumpliendo, a pesar de que su contagio se ha convertido en más probable, a causa no sólo de las múltiples mutaciones que hacen más resistente y virulento al virus, sino también de la homogeneización del riesgo de contagiarse que alcanza a las personas de conducta heterosexual. Aunque esta previsión no alcanza a los países que se consideran eufemísticamente en «vías de desarrollo», quienes están recibiendo actualmente los embates de esta supuesta epidemia: el África Subsahariana, el lejano Oriente y los países del Este. Sin embargo, existe una corriente científica que cuestiona esta epidemia en estos países, atribuyendo los cuadros clínicos observados como los propios de situaciones carenciales.
Pero, quizás la cuestión más candente y que motiva más a la reflexión – incluso esta postura está reconocida por los investigadores oficiales del SIDA – sea el comportamiento del sistema inmune, que se considera deteriorado de forma irreversible en las fases avanzadas de la enfermedad por acción del virus. Pero, a pesar de ello, no se observan mayores incidencias de tumores de mama, colon y pulmón en los infectados al VIH. Estos cánceres son precisamente los más frecuentes en los países desarrollados. Sería lógico esperar un aumento significativo de los mismos a causa del deterioro del sistema inmune, auténtico sistema guardián contra las células cancerosas. En el SIDA, exceptuando los linfomas, el cáncer de cuello de matriz en la mujer y el sarcoma de Kaposi, no se observan otros tipos de cánceres en una diferencia significativa en su frecuencia con la población general. Por otra parte, la incidencia del linfoma ha disminuido menos que el Sarcoma y que otras complicaciones graves del Sida, tras la introducción de fármacos más potentes desde 1996, y nadie sabe la importancia que adquirirá en el futuro el problema de los linfomas según va aumentando el número de personas infectadas.
Todo estos hechos alcanzan a cuestionar, en un análisis más profundo, no sólo la etiopatogenia del SIDA, sino el papel del sistema inmune como tal, los mecanismos causales en el cáncer y sus relaciones con el sistema inmune.

5.- Los trastornos mentales

En la enfermedad mental se encuentra un maremagnum de clasificaciones y teorías, en las cuales se diferencian tres grupos de trastornos que merecen una especial atención:

El primer grupo incluye: trastornos de la mente y conducta que resultan de patología cerebral observable, como el delirio, demencia y retraso mental; procesos patológicos, como la enfermedad de Alzehimer; causas, como la hipoxia perinatal, infecciones y cambios metabólicos. Todos estos cuadros se categorizan como trastornos psiquiátricos y son susceptibles de tratamiento.
El segundo grupo incluye las dos psicosis funcionales, en las que hasta ahora no se observa patología cerebral evidente, como la esquizofrenia y trastorno maníaco-depresivo. Aunque estrictamente en estos últimos procesos no se pueden demostrar los criterios que marca la convención sobre la enfermedad, algunos datos como la epilepsia del lóbulo temporal, la toxicidad y efectos secundarios de la anfetaminas y sus derivados y la reserpina que simulan estados clínicos idénticos a las psicosis funcionales, apuntan a que estamos ante entidades patológicas, ya que no son suficientemente explicadas por reacciones emocionales ante estímulos ambientales.
El tercer grupo incluye trastornos de la personalidad y los síntomas neuróticos. Los trastornos de la personalidad no parecen más enfermedad que la estatura baja, la cara fea y la mente poco despierta, o los llamados trastornos del carácter. Síntomas neuróticos como la ansiedad o la histeria, pueden desencadenarse por muchas causas, incluyendo enfermedades físicas o psiquiátricas. Sin embargo casi siempre, según lo establecido, aparecen como reacciones comprensibles de un individuo con personalidad perturbada, a un ambiente que choca contra su especial vulnerabilidad.

La psiquiatría de orientación biológica o biologista sitúa las causas de la enfermedad mental en alteraciones moleculares que son expresadas por genes alterados a través de moléculas mediadoras. Dentro de esta línea se proponen sofisticadas teorías sobre activaciones e inhibiciones de grupos de neuronas en los circuitos cerebrales con alteraciones de la cantidad de neuromediadores o substancias de conexión entre neuronas.
Esta concepción está sustentada por la presencia de un error en los mecanismos neuropsicológicos del individuo, y justifica una terapia basada en reajustar intrincados procesos bioquímicos en el sistema nervioso central, con la administración, o bien de neuromediadores deficitarios, o bien de fármacos que neutralizan los superávits de este tipo de transmisores, o ambos a la vez.
Por otra parte, las diferentes orientaciones basadas en los factores psicosociales, como las corrientes psicodinámicas, humanistas y bioenergéticas, surgidas de los esfuerzos de Sigmund Freud (el primer psicólogo con fama mundial que reconoce el factor psicosocial), de las aportaciones de Carl Jung, Erich Fromm y Alexander Lowen, son difíciles de aplicar en las alteraciones cerebrales de origen orgánico y psicosis funcionales como la esquizofrenia y psicosis maníaco-depresiva. Si acaso, merecen interés en los trastornos de la personalidad y en las neurosis, ya que tratan de reforzar al «yo» en su relación problemática con el medio.

6.- Reflexiones sobre la actual línea de investigación

Actualmente, los últimos descubrimientos en biología molecular y los avances en el conocimiento del genoma humano provocan cierta esperanza de lograr conocer las causas de la enfermedad. En este sentido, resultará fácil predecir la aparición de enfermedades consideradas convencionalmente como monogenéticas (hemofilia, inmunodeficiencia grave, hipercolesterolemia). Sin embargo, la inmensa mayoría de las funciones celulares dependen de la interacción de varios genes, que a su vez están influenciados por el medio ambiente. Por este motivo no resultara fácil efectuar predicciones en enfermedades consideradas multifactoriales (esquizofrenia, cáncer, Alzheimer, leucemias, esclerosis en placas, etc.).
La lógica reduccionista en la ciencia, puede conducir a la impresión de situarnos en la etiología o en las causas de la enfermedad y, en general, se continúa insistiendo, de hecho, en su patogenia o mecanismos intermediarios. El problema surge al categorizar como causas fenómenos que se observan en la misma. La metodología actual, por tanto, en su pretensión explicativa sigue en el estudio y análisis del cómo suceden los signos y síntomas, en un modelo que trata de comprender todas las enfermedades clínicas.
Esta pretensión está provocando una hipertrofia de la línea de investigación en que se pretende que la terapia génica resuelva casi todos los problemas médicos y sanitarios en un futuro, y que lo haga desde la raíz. De momento y hasta llegar a ello (no sólo hace falta conocer todo el mapa genético de la especie humana, sino sus alteraciones en la enfermedad), se insiste en una medicina sintomática, con logros importantes en situaciones urgentes o requerimientos reparadores ante dolencias graves con una tecnología, en ocasiones, muy avanzada.
Esta conducta y forma de pensar difícilmente alcanzará en un futuro a una medicina causal ya que insiste en un mismo sistema de interpretación, tal como aconsejó en su tiempo Santiago Ramón y Cajal. Pero lo más grave es que impide otros análisis o explicaciones o, en el caso de efectuarlos, limitar su difusión y su contraste por procedimientos científicos. Por desgracia, existen demasiados ejemplos de ello.

7.- Hacia otra interpretación

Es una tarea nada fácil encontrar respuestas coherentes al por qué en un ser humano o un animal aparece una parálisis, una úlcera, una necrosis, una proliferación celular, una inflamación crónica, una conducta psicótica, una obsesión, etc. Por tanto, se impone un esfuerzo tonificado de la voluntad y considerar otro sistema, en donde podamos comprender la enfermedad desde otra óptica que nos ayude a ampliar los recursos diagnósticos y terapéuticos a nuestro alcance.
Richard Strohman anuncia un nuevo paradigma en que propone una ruptura con el determinismo genético que se impuso en la relación: ADN>ARN>Proteínas>Fenotipo. Este modelo se sustituye por otro que asume una concepción más sistémica de la ciencia1, en que la epigenética abre nuevos límites al reduccionismo que Watson y Crick – los descubridores de la molécula de ADN – impusieron en la ciencia. Esta nueva disciplina engloba el estudio de los mecanismos que influyen en la expresión genética. En particular, el control espacial y temporal de la actividad de los genes requeridos en el desarrollo de organismos complejos, desde el estado de zigoto hasta el estado adulto.
En esta nueva óptica o perspectiva, el factor psicosocial situado en un determinado contexto, va a explicar la puesta en marcha de mecanismos (epigenéticos en la nueva concepción) que, en unas condiciones determinadas, van a manifestar una sintomatología que se ha evaluado como pato(lógica). En estos casos, la clínica evidente, ya sea física u orgánica, funcional y psíquica, seguirá un mismo proceso etiopatogénico, y su comprensión global se incluiría en el ámbito de las leyes naturales con un profundo sentido biológico. Sentido insertado en la evolución de las especies, por cuanto la biología de la evolución constituye una disciplina básica para las ciencias de la salud.
Lo expuesto es sólo una muestra sobre la necesidad de reflexionar e interpretar los fenómenos que se observan en la enfermedad y no buscar nuevas hipótesis o insistir en mecanismos dentro del mismo modelo convencional. A pesar de las manifestaciones del biólogo innovador Máximo Sandín, cuando afirma que para la comunidad científica «es más fácil ampliar una determinada concepción o teoría con hipótesis adicionales y conocimientos, que cambiar la manera de analizarlos»

Autor: Vicenç Herrera i Adell



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