En el marco del Programa de Estudios en Ambiente y Territorio (PEAT), creado con el objetivo de generar un impacto en la comunidad, la Universidad Nacional Arturo Jauretche (UNAJ) busca fortalecer el trabajo de los vecinos, los municipios y las industrias para una gestión sustentable del recurso hídrico en la cuenca del arroyo Las Conchitas, cuya jurisdicción es compartida por Florencio Varela y Berazategui. El equipo de investigación es conducido por Alejandro Crojethovich, doctor en Ciencias Biológicas de la Universidad de Buenos Aires (UBA) que cuenta además con un Ph. D. en Ecología y Medio Ambiente de la Universidad Complutense de Madrid.
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Al referirse a las características de Las Conchitas, este investigador aclara que se trata de «un arroyo de llanura, que no tiene un escurrimiento de agua muy poderoso y al que le cuesta depurarse», al tiempo que puntualiza que la contaminación del arroyo «depende de los usos del suelo y varía entre la cuenca alta, donde las condiciones ambientales son mejores, y la cuenca media y baja, donde empieza a haber usos industriales y la contaminación es mucho más marcada». Respecto de la vulnerabilidad social, Crojethovich señala: «Una mala calidad del agua y la presencia de población con un bajo nivel socioeconómico, instalada cerca del arroyo, permite extraer conclusiones respecto de la mayor vulnerabilidad frente a su crecida o en lo que se refiere al contacto de población local con el agua del arroyo, que se filtra a las napas y, en definitiva, va a parar a las canillas». «Toda esa conjunción crea una situación de vulnerabilidad frente a los recursos contaminados», añade.
Una mala calidad del agua y la presencia de población cercana al arroyo crea una situación de vulnerabilidad frente a los recursos contaminados.
En cuanto al trabajo de campo, una integrante del equipo de investigación, Clarisa Cánepa, estudiante de la Lienciatura en Gestión Ambiental de la UNAJ y becaria del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), explica que han venido realizando un seguimiento mediante un sistema de información geográfica (SIG) y mediante la toma de muestras en el campo cada 50 días. «Para determinar la calidad del agua ‒explica‒ se medieron varios parámetros, entre ellos el oxígeno disuelto, la acidez (pH) y la demanda química de oxígeno (DQO)».
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Al analizar el impacto del cambio climático, Crojethovich señala: «Los sistemas urbanos van a ser más golpeados por los efectos del cambio climático: desbordes de agua del arroyo, inundaciones que invaden las casas y enfermedades hídricas por contaminación industrial. Todo ese se va a ir exacerbando. El cambio climático es inevitable, pero cuanto más resiliente sea la sociedad, el golpe será menor y la adaptabilidad mayor». En ese sentido, advierte: «Si se logra organizar en el territorio a los actores sociales, se puede prever que frente a un brusco cambio climático, la población tenga más resiliencia y pueda enfrenta mejor esos cambios».
Los sistemas urbanos van a ser los más golpeados por los efectos del cambio climático: desbordes agua, inundaciones y enfermedades hídricas por contaminación industrial.
«Estamos evaluando cómo diferentes actores sociales que utilizan el agua, como son las industrias, los municipios y la propia población, se pueden organizar para lograr que haya una gestión más sustentable del recurso, pensando, además, que se encuentran en una zona que en el mediano y largo plazo va ser fuertemente impactada por el cambio climático», añade. En concreto, se están organizando talleres con la población, se están iniciando conversaciones con distintas cámaras empresarias locales y, a partir de un programa de pasantías implementado por el Municipio de Florencio Varela, dos alumnos de la UNAJ se han incroporado como inspectores municipales.
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El objetivo final es, tal como destaca Crojethovich, que esta cuenca «se convierta, a nivel del Conurbano, en una prueba piloto donde haya un monitoreo constante y se pueda ir evaluando cómo evoluciona la relación entre los distintos actores». «La Universidad es la catalizadora de ese proceso de reunir a los actores que intervienen en el territorio para que trabajen juntos y puedan consensuar pautas para la gestión de los recursos hídricos», concluye.


