Gabriela de Coni: Una verdadera pionera feminista

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AUTOR: NANU ZALAZAR

Desde el barrio más nuevo de la ciudad de Buenos Aires, Puerto Madero, se homenajea a las mujeres que tuvieron participación descollante en diferentes momentos históricos de la Argentina. Cuando rescataron el de Gabriela de Laperrière de Coni, todas las calles ya llevaban algún nombre y sólo quedó, para esta auténtica pionera, una pequeña plazoleta que la recuerda.

De Laperrière de Coni pertenecía a una familia de nobles. Se recibió de maestra y, desde muy joven, trabajó como periodista en L’Independant  y Le Journal en su Francia natal. Se casó con otro periodista pero en París conoció al médico sanitarista argentino Emilio Coni, que sería el primer presidente de la Sociedad Médica, y con él viajó a Argentina, comenzando una nueva vida. En 1886 tuvieron su único hijo, Emilio Ángel Coni.

Entre 1893 y 1895 vivieron en París pero los duros inviernos hicieron mella en la salud de la periodista y escritora y volvieron a Buenos Aires. Emilio Coni volvió a su trabajo como médico por poco tiempo pero un accidente cerebro-vascular lo dejó postrado varios meses.

En 1901 se fundó en Buenos Aires la Liga Argentina contra la Tuberculosis, cuyo primer presidente fue Samuel Gache, y donde el matrimonio tuvo una activa participación.

Gracias a la actividad de la Liga, en 1902, la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires promulgó la Ordenanza de Profilaxis General de la Tuberculosis, que establecía medidas destinadas a evitar la propagación de la enfermedad. La preocupación por la salud y la alimentación se evidenciaba también en su tarea educativa realizada en esa entidad, a la que Gabriela le hizo llegar una de sus propuestas para crear cocinas populares.

Presenciar las condiciones de indigencia la conmueven y escribe en un artículo: “De repente, delante de esa procesión de miserables, mi vestido, sin embargo sencillo, paréceme insolente, mis guantes queman mis manos, el abanico pesa como plomo en mis dedos, cierro mi sombrilla: tengo vergüenza”.

A finales de 1901 ingresó al Partido Socialista y empezó a colaborar con notas para La Vanguardia, el periódico vocero del partido. Dirigió su lucha a la promulgación de una ley que protegiera a las mujeres y a los chicos en las fábricas, y a perseguir el cumplimiento de las escasas ordenanzas municipales existentes que regulaban solo algunos aspectos edilicios y de higiene de los talleres y fábricas porteñas.

El 24 de agosto de ese año, el intendente municipal de la Ciudad de Buenos Aires, Adolfo Bullrich, emitió un decreto donde propuso “una recolección de datos que han de servir al Honorable Congreso para establecer la legislación respectiva y dictar las leyes protectoras para el trabajo de las mujeres y niños en los establecimientos industriales”. Como fundamento indicó que la norma debía “velar sobre la salud y bienestar de las clases trabajadoras, contribuyendo al mejoramiento higiénico de su habitación y demás condiciones de vida”.

En el artículo 1º nombró “ad honórem” a Gabriela de Coni inspectora de los establecimientos industriales del municipio que ocuparan mujeres y niños. Debido a que consideraba que ella había mostrado un “marcado interés a las cuestiones sobre protección de las clases trabajadoras”.

Durante esta misión realizó una gira sistemática por los barrios del Sur en la que quedó horrorizada por las inhumanas condiciones de vida, la falta de instalaciones para la higiene, la mala alimentación, la falta de electricidad, la pobreza extrema y muchas otras miserias.

Sin embargo, su tarea no tenía el respaldo del poder político y, producto de sus investigaciones sobre condiciones de trabajo, escribió varias monografías, entre ellas “La mujer y el niño en la fábrica”, “Causas de la tuberculosis en la mujer y el niño obrero en la Argentina”, “El descanso de las domésticas”, “Accidentes de trabajo, Higiene industrial y reglamentación del trabajo en las fábricas” y  “El descanso dominical”. Su interés no era pasivo, no solo escribía sino que se involucraba en forma militante en estos temas, al mismo tiempo que elaboraba planes para solucionarlos.

A mediados de 1901 había publicado en París una novela autobiográfica en francés, “La fleur de l’air (roman argentin)”, en la que describía a la clase política argentina desde la revolución radical de 1890 en adelante. Sus personajes eran los principales actores del panorama político de la Buenos Aires de la época, disimulados bajo nombres supuestos aunque fácilmente identificables para sus contemporáneos y para los estudiosos del período.

Es una novela escrita en una clave accesible para el público culto. También publicó el relato “El barrio de las ranas” (1901), que cuenta la historia de una familia de la Quema en el “Ferrocarril de las Basuras” y de un ex guardabarrera tísico.

En un artículo, publicado en 1903, Gabriela denunció al dirigente Joaquín V. González, que se escudaba en la falta de datos para no presentar una propuesta sobre legislación laboral.

Como fruto de la experiencia obtenida en el desempeño de ese cargo, redactó un informe de cuatro partes con las conclusiones de su investigación y además planteó una propuesta para promulgar leyes laborales que dieran lugar a la protección de las mujeres y los niños.

Sus investigaciones sirvieron de antecedentes para el proyecto legislativo de Protección del Trabajo de las Mujeres y los Niños en las Fábricas, la pionera Ley 5.291, que fue promulgada recién en 1907 •después de su muerte• por iniciativa de Alfredo L. Palacios, el primer diputado socialista de América.

Gabriela de Laperrière llegó a convertirse en miembro del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Socialista y la “mitología” partidaria la consigna como la primera mujer que habló en una campaña electoral, y que incluso habría contribuido al triunfo del propio Palacios.

Falleció el 8 de enero de 1907, a los 40 años, debido a una dolencia cardíaca que traía desde su juventud.

Ese mismo año se publicó una serie de cuentos suyos sobre niños en francés titulada “Ames d’enfants”, que después sería traducida al español y editada bajo el título “Alma de niño”.

El Museo de la Mujer, en el Pasaje Rivarola 147, convocó a artistas argentinos para que ilustraran algunos de sus cuentos. Los artistas son Vanina Prajs, Flor Salas,  Alejandro Cerletti, Rosa Rovira, Perla  Bajder, Eugenia Berkis , Ester Gurevich, Hugo Goldgel y Jorge Meijide, cuyos trabajos fueron presentados en una muestra que fue inaugurada el pasado lunes 7  junto con el libro que reúne los cuentos y las ilustraciones.

En el Museo de la Mujer la muestra se puede visitar de martes a sábados de 15 a 20 horas.

FUENTE: https://www.gacetamercantil.com/notas/96883/una-pionera-feminista.html



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