Comprendiendo a la conducta a través de lo social y emocional

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Stephen M. Edelson, Ph.D


Específicamente, uno debe preguntarse: ¿Cómo actúan los individuos autistas en situaciones sociales y emocionales?  ¿A qué edad son estos comportamientos consistentes?  La edad a la que uno actúa socialmente es típicamente la misma edad a la que uno actúa emocionalmente.  Una vez que se determinó la edad social-emocional, puede ser más fácil entender porque la persona actúa de una forma determinada para luego decidir la mejor forma de interactuar con ese individuo.

Al principio, puede ser difícil decidir la edad social-emocional de una persona.  Básicamente, uno debe considerar como la persona responde ante situaciones sociales (por ejemplo si juega con otros y como lo hace) y como la persona responde ante situaciones emocionales (por ejemplo como actúa cuando se le dice que no).  Por ejemplo, a una edad social-emocional de 2 años, uno debería esperar una resistencia a realizar tareas simples, obstinación y  egocentrismo.  Una persona que es socialmente y emocionalmente como un chico de 5 años sería muy concreto en su forma de pensar, tendría un juego paralelo con sus pares pero todavía sería bastante egocéntrico.  Una persona que es socialmente y emocionalmente como un chico de 8 años se caracteriza por imitar a pares mayores y adultos y por seguir las reglas al pie de la letra (y puede tener dificultades para entender las excepciones a las reglas).

A veces las personas que cuidan a los individuos con autismo tienen expectativas irreales para el comportamiento del individuo y esto puede llevar a la frustración de ambos.  Esto ocurre cuando las expectativas se basan en el nivel intelectual funcionante del individuo con autismo en vez de en su nivel social-emocional.  O sea, que a veces se asume que el nivel intelectual es el mismo que el nivel social-emocional.  Este no es necesariamente el caso. 

Margaret Bauman ha encontrado evidencia neurológica que indirectamente fundamenta la relación entre el funcionamiento cerebral y la edad social-emocional.  La Dra. Bauman ha conducido numerosas autopsias de los cerebros de niños y adultos autistas.  Consistentemente, ha encontrado una inmadurez de la amígdala y el hipocampo; ambos son parte del sistema límbico.  La amígdala es responsable de muchos aspectos de la conducta como las emociones, la agresión y el procesamiento sensorial.  El hipocampo es responsable del aprendizaje, la memoria y de la integración de la información sensorial.  De acuerdo a la Dra. Bauman, la amígdala y el hipocampo son funcionales en los individuos autistas; pero están menos desarrollados.  Por ejemplo, un niño de 10 años puede tener una amígdala similar a uno de 3 años.

Interesantemente, aquellos con Síndrome de Asperger y autismo tienen anormalidades en sus amígdalas, pero tienen pocas o ninguna anormalidad en el hipocampo.  En otras palabras, el funcionamiento intelectual (asociado con el hipocampo) no está alterado; sin embargo, el funcionamiento emocional (asociado con la amígdala) está alterado y puede ser responsable de las reacciones emocionales inmaduras en las situaciones sociales.

Tomando en cuenta la edad social-emocional de un individuo en vez de su edad intelectual puede resultar más fácil comprender porque actúa de una determinada manera.  Conociendo esta diferencia se podría enseñar a los individuos a comportarse apropiadamente en las diferentes situaciones sociales y emocionales. 



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