Un interruptor social determina que seamos o no altruistas

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Del evolucionismo a la neurología, pasando por la psicología, todas las disciplinas señalan que el altruismo no sólo está grabado en nuestros genes como condición indispensable para prosperar, sino que también se puede cultivar, señala Matthieu Ricard en su conocido libro En defensa del altruismo.

La misma tesis es sostenida por el antropólogo Robert W. Sussman y  el psiquiatra Robert Cloninger en otro libro no menos importante, “Origins of Altruism and Cooperation”.

También se ha descubierto, tal como explicamos en otro artículo, que las personas altruistas presentan mayor cantidad de materia gris en la unión entre el lóbulo temporal y el lóbulo parietal del cerebro, en comparación con los individuos egoístas. Para el escritor Colin Tudge, el altruismo existe y estaría relacionado con la apertura racional a la metafísica y a la espiritualidad, según señalamos en otro artículo.

La economía influye

El dilema planteó a los participantes escoger entre dos opciones de tipo económico: una opción supone traicionar al socio (que no conocen) para ganar el máximo de dinero, la otra opción implica colaborar con él y terminar ganando ambos igual.

Si se van variando las ganancias que da traicionar o colaborar se observa que, si la traición da mucho más rendimiento que la cooperación, entonces traicionar resulta ser mucho más tentador. En este escenario, traicionar o ayudar dependerá de las ganancias obtenidas.

«Lo que encontramos es que, dependiendo del contexto social, las respuestas más naturales y rápidas tanto podían ser las altruistas o egoístas. Es decir, más allá de la naturaleza de la persona, el contexto social determina (también) qué propensión tendría el participante a colaborar o sacar provecho de los demás «, explica Castro Santa, primera autora del trabajo.

De esta experiencia se desprende que, más allá de preguntarnos si la especie humana tiene por naturaleza rasgos altruistas o egoístas, podríamos pensar que tenemos un interruptor que nos predispone en un sentido o en el otro según lo que pensamos sobre las intenciones de las personas en nuestro entorno social.

Estos resultados revelan nuevos planteamientos del papel del conflicto en la toma de decisiones explicados a través de las latencias de respuesta, así como también sobre la hipótesis de que la cooperación es la opción intuitiva para los seres humanos.

Esta investigación puede ayudar a interpretar y reconciliar correctamente resultados obtenidos en estudios previos, aparentemente contradictorios, atendiendo ahora al papel del contexto en los dilemas sociales.

A estas consideraciones sobre el altruismo se añade ahora un estudio liderado por Salvador Soto Faraco, ICREA del Departamento de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (DTIC) y miembro del Centro de Cognición y Cerebro de la Universidad Pompeu Fabra, conjuntamente con Juana Castro Santa, alumna del Máster en Cerebro y Cognición, y Filippos Exadaktylos, investigador vinculado a la UAB. El trabajo se ha publicado en la revista Scientific Reports.

Según se explica en este artículo, la conducta altruista está condicionada por el entorno social, y no sólo por la naturaleza de la persona. Este estudio sale al encuentro de otros anteriores que han pretendido responder a la pregunta de si el altruismo es algo intuitivo, centrándose en medir los tiempos de respuesta a dilemas de cooperación. Según estos estudios previos, cuanto más rápida es una respuesta favorable a la cooperación, más integrado está en la naturaleza de esa persona el altruismo.

Premisa diferente

El nuevo estudio parte de una premisa diferente: considera que el entorno social, y no sólo la naturaleza humana, configura la predisposición al altruismo y, en consecuencia, la respuesta favorable a la cooperación.

Si en anteriores estudios se ha considerado que las respuestas de tipo altruista son más rápidas que las meramente egoístas, reflejando la naturaleza cooperativa de los humanos, el nuevo estudio ha querido determinar si  esta relación entre tiempo de decisión y altruismo depende también del contexto social.

Por este motivo, propusieron a los participantes en este estudio un dilema de cooperación social planteado como un juego. De esta forma, no podían saber a ciencia cierta cuál sería la decisión de su compañero de juego, aunque se les informaba de la probabilidad de que lo traicionara o colaborara con ellos. Este ratio «social» se fue variando gradualmente», explican los autores del trabajo.

A través de este juego basado en un dilema de cooperación, «manipulamos las creencias de una persona sobre las intenciones de cooperar del otro jugador. Cuando la intención de cooperación del socio se percibe como alta, los tiempos de respuesta aceleran las opciones de cooperación y desaceleran las opciones de deslealtad «, explica Soto-Faraco en un comunicado.

Fuente: https://www.tendencias21.net/Un-interruptor-social-determina-que-seamos-o-no-altruistas_a44575.html



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