Olfateando las señales sociales y sexuales

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Un sentido oculto en la nariz humana
Olfateando las señales sociales y sexuales

Además del sentido del olfato, ¿tenemos la habilidad de percibir ciertas señales químicas emitidas por personas a nuestro alrededor, sin darnos cuenta? Muchos otros mamíferos utilizan un conjunto separado de células receptoras sensoriales, presentes en la nariz, para recibir información social y sexual de los miembros de su propia especie, y existe la sospecha creciente de que nosotros también lo hacemos.

Una tenue brisa de sustancias químicas que flotan en el aire, provenientes de un ratón hembra, por ejemplo, puede incitar a un ratón macho a aparearse inmediatamente. Ciertos mensajes químicos de otros machos lo pueden poner agresivo. Otros mensajes pueden producir cambios en su fisiología, como así también en la fisiología de la hembra que responde.

Los efectos de tales mensajes serían mucho menos obvios en humanos. Si recibimos las señales químicas de las personas en nuestra cercanía, estas señales deben competir con muchos otros factores que influyen en nuestra conducta. No obstante, nuestra fisiología puede ser tan sensible a los mensajes químicos como la fisiología de otros mamíferos. Se sabe que ciertos mensajes químicos, provenientes de otros ratones, llevan al comienzo de la pubertad a los machos jóvenes, mientras que un conjunto diferente de señales, lleva a ratones hembras jóvenes al estro. De modo similar, hay algunos indicios de que las mujeres pueden alterar sus ciclos hormonales cuando están expuestas a señales químicas de otras personas.

En los últimos cinco años, los científicos han estado sumamente interesados en estas señales, como así también en el «sistema olfatorio accesorio», que responde a estas señales en muchos animales. Este sistema comienza con células nerviosas presentes en un par de sacos diminutos con forma de cigarro, llamados órganos vomeronasales (VNOs, por sus siglas en inglés), que es donde primero se recogen las señales.

«El VNO (órgano vomeronasal) utiliza un conjunto diferente de maquinaria molecular y parece ser una estructura mucho más primitiva que el sistema olfatorio principal», dice Richard Axel, quien se ha ido interesando en este sistema. «Parece trabajar de una manera diferente, y nosotros no sabemos cómo».

Los VNOs están localizados justo detrás de las fosas nasales, en el tabique de la nariz (ellos toman su nombre del hueso vómer, donde el tabique nasal se encuentra con el paladar duro). Al menos en roedores, las señales viajan desde el VNO hasta el bulbo olfatorio accesorio (antes que hasta el bulbo olfatorio principal) y luego, como lo mostró Sally Winans, de la Universidad de Michigan, en 1970, a partes del cerebro que controlan la reproducción y la conducta maternal.

«Es una ruta alternativa hacia el cerebro», explica Rochelle Small, quien dirige el Programa de Sentidos Químicos, en el Instituto Nacional de la Sordera y Otros Trastornos de la Comunicación en Bethesda, en Maryland. Si el sistema olfatorio accesorio funciona en humanos como lo hace en roedores, evitando a la corteza cerebral, es probable que no tengamos ninguna consciencia de él en absoluto.

Fuente: Instituto Médico Howard Hughes



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