Mujeres que corren con los lobos

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Prefacio
Todos sentimos el anhelo de lo salvaje. Y este anhelo tiene muy pocos antídotos culturalmente aceptados. Nos han enseñado a avergonzarnos de este deseo. Nos hemos dejado el cabello largo y con él ocultamos nuestros sentimientos. Pero la sombra de la Mujer Salvaje acecha todavía a nuestra espalda de día y de noche. Dondequiera que estemos, la sombra que trota detrás de nosotros tiene sin duda cuatro patas.
Doctora Clarissa Pinkola Estés
Cheyenne, Wyoming

MUJERES QUE CORREN CON LOS LOBOSClarissa Pinkola Estés
IntroducciónCantando sobre los huesos
Tanto los animales salvajes como la Mujer Salvaje son especies en peligro de extinción.A lo largo de la historia, las tierras espirituales de las Mujer Salvaje han sido expoliadas o quemadas, sus guaridas se han arrasado y sus ciclos naturales se han visto obligados a adaptarse a unos ritmos artificiales para complacer a los demás.
No es casualidad que la naturaleza virgen de nuestro planeta vaya desaparenciendo a medida que se desvanece la comprensión de nuestra íntima naturaleza salvaje. Los viejos bosques y las ancianas se consideran unos recursos de escasa importancia.
Mi vida y mi trabajo como psicoanalista junguiana, poeta y cantadora, guardiana de los antiguos relatos, me han enseñado que la maltrecha vitalidad de las mujeres se puede recuperar efectuando ampplias excavaciones «psíquico-arqueológicas» en las ruinas del subsuelo femenino.
El título de este libro Mujeres que corren con los lobos: mitos y relatos del arquetipo de la Mujer Salvaje, procede de mis estudios de biología acerca de la fauna salvaje y de los lobos en particular.
Los lobos sanos y las mujeres sanas comparten ciertas características psíquicas: una aguda percepción, un espíritu lúdico y una elevada capacidad de afecto. Son expertos en el arte de adaptarse a las circunstancias siempre cambiantes y son fieramente leales y valientes.
Sin embargo, ambos han sido perseguidos, hostigados y falsamente acusados de ser voraces y agresivos. La depredación que ejercen sobre los lobos y la mujeres aquellos que no los comprenden es sorpresivamente similar.
Mi amor por la naturaleza salvaje nació cuando era niña. En lugar de sillas y mesas, prefería la tierra, los árboles y las cuevas, pues sentía que en aquellos lugares podía apoyarme contra las mejillas de Dios.
Tuve la suerte de criarme en medio de la naturaleza. Allí los rayos me enseñaron lo que era la muerte repentina y la evanescencia de la vida.
Una loba madre mató a uno de sus cachorros mortalmente herido; así me enseñó la dura compasión. Las peludas orugas que caían de las ramas y volvían a subir con esfuerzo me enseñaron la virtud de la perseverancia.
La generación a la que yo pertenezco, posterior a la Segunda Guerra Mundial, creció en una época en que a la mujer se la trataba como a un niña y una propiedad.
Las mujeres bien fajadas, refrenadas y abozaladas se llamaban «buenas» y las hembras que conseguían quitarse el collar para disfrutar se tachaban de «malas».
Por consiguiente viví mi vida como una criatura disfrazada.No he olvidado la canción de aquellos siniestros años, hambre de alma, , la canción del alma hambrienta. Pero tampoco he olvidado el jubiloso canto hondo cuando nos entregamos a la tarea de la restauración del alma.
Los cuentos de hadas, los mitos y los relatos proporcionan interpretaciones que aguzan nuestra visión y nos permiten distinguir y reencontrar el camino trazado por la naturaleza salvaje. Las enseñanzas que contienen nos infunden confianza: el camino sigue conduciendo a las mujeres hacia el conocimiento cada vez más profundo de sí mismas.
La llamo Mujer Salvaje porque estas dos palabras son las que crean el llamar o tocar a la puerta, la mágica llamada a la puerta de la profunda psique femenina. Significa utilizar unas palabras que dan lugar a la abertura de un pasadizo.
Algunas mujeres perciben «el sabor de lo salvaje» durante el embarazo, durante la lactancia. La existencia de la mujer salvaje también se percibe a través de la contemplación de la sublime belleza. Yo la he percibido contemplando una puesta de sol, contemplando los dedos de los pies de mi hijo recién nacido.
Viene también a través del sonido, a través de la música, del silbido, del grito. Viene a través de la palabra escrita y hablada; y nos induce a recordar, de qué materia estamos hechas y dónde está nuestro verdadero hogar.
Estos transitorios «el sabores de lo salvaje» se perciben durante la mística de la inspiración…ah, aquí está; oh, ya se ha ido. El anhelo aparece cuando una se da cuenta que ha dedicado poco tiempo a la hoguera mística o a la ensoñación, y demasiado poco tiempo a la propia vida creativa, a la obra de su vida o a sus verdaderos amores.
Son estas fugaces experiencias que nos hacen sentir desnudas, alteradas y ansiosas hasta el extremo de obligarnos a ir en pos de la naturaleza salvaje.
Si las mujeres la han perdido, cuando la vuelvan a encontrar, pugnarán por conservarla para siempre; pues con ella florece su vida creativa; sus relaciones adquieren significado, profundidad y salud; sus ciclos sexuales, creativos, laborales y lúdicos se restablecen; ya no son el blanco de depredaciones de los demás.
Esa maestra, madre y mentora salveje sustenta, contra viento y marea, la vida interior y exterior de las mujeres.
Esta poderosa naturaleza psicológica, se la puede llamar naturaleza instintiva, psique natural, naturaleza autóctona. En poesía se podría llamar lo «Otro» o «los bosques lejanos» o «La Amiga». En Biología se llamaría la naturaleza típica o fundamental.
Entre las cantadoras se la llama naturaleza sabia o inteligente. A veces se la llama «Mujer que vive al final del tiempo» o la «que vive en el borde del mundo».
En el inconsciente psicoide, la Mujer Salvaje es tan inmensa que no tiene nombre. Pero dada la fuerza que engendra, aquí en la tierra se la denomina con muchos nombres, para poder aferrarse a ella. Al darle un nombre podemos crear para ella un ámbito de pensamiento y sentimiento en nuestro interior. Entonces vendrá y, si la valoramos, se quedará.
En español yo la llamo Río bajo el Río; La Mujer Grande; Luz del Abismo; La Loba o La Huesera. La comprensión de la naturaleza de esta Mujer Salvaje no es una religión sino una práctica. Es una psicología en su sentido más auténtico: psukhe-Ipsych, alma; ology o logos, conocimiento del alma. Sin ella las mujeres carecen de oídos para entender el habla del alma.
La Mujer Salvaje es la salud de todas la mujeres. Hasta la mujer más reposada y la más comedida guarda un lugar seccreto para ella.
¿Cuáles son algunos de los síntomas emocionales de la ruptura de la relación con la fuerza salvaje de la psique? Sentir, pensar o actuar crónicamente de alguna de las maneras que a continuación se describen: sentirse extremadamente seca, fatigada, frágil, deprimida, confusa, amordazada, abozalada, apática hasta el extremo. Sentirse asustada, lisiada o débil, falta de inspiración, animación, espiritualidad, avergonzada, irritada, voluble, atascada, carente de creatividad, oprimida, enloquecida.
Sentirse impotente, dubitativa, temblorosa, bloqueada, incapaz de seguir adelante, ceder la propia vida creativa a los demás, hacer elecciones que desgastan las vida al margen de los propios ciclos, sobreproteger el yo, sentirse inerte, insegura, vacilante e incapaz de controlar el propio ritmo o de imponerse límites.
Sentirse lejos del propio Dios o los propios dioses, arrastrada hacia la domesticidad, el intelectualismo, el trabajo.
Temor a aventurarse en solitario o revelarse, temor a buscar un mentor, una madre o un padre, temor a presentar un trabajo hasta que no se ha conseguido la perfección absoluta, temor a emprender un viaje, temor a interesarse por otro o por otros.
Colaboradora: Mariam Merchan
mariam@merchan.com.ar

Tema: Sociedad
Titulo: Mujeres que corren con los lobos
Autor: Clarissa Pinkola Estés



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