En defensa del altruismo

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El altruismo parece ser un factor determinante en la calidad de nuestra existencia presente y futura, y no debe ser relegado al rango de pensamiento noble y utópico de unos cuantos ingenuos de gran corazón.

Una de nuestras mayores dificultades, dice Matthieu Ricard, consiste en conciliar los imperativos de la economía, de la busca de la felicidad y del respeto al medio ambiente. Estos imperativos corresponden a tres escalas de tiempo, el plazo corto, mediano y largo, a los que se superponen tres tipos de intereses —los nuestros, los de nuestro prójimo y los de todos los seres.

La economía y las finanzas evolucionan a un ritmo cada vez más rápido. Los mercados bursátiles se elevan y se desploman de un día al otro. Los nuevos métodos para hacer transacciones a gran velocidad, concebidos por los equipos de ciertos bancos y utilizados por los especuladores, permiten efectuar 400 millones de transacciones por segundo. El ciclo de vida de los productos se vuelve extremadamente breve. ¡Ningún inversionista está dispuesto a colocar su dinero en bonos del Tesoro reembolsables al cabo de cincuenta años! Quienes viven holgadamente fruncen el ceño cuando se trata de reducir su tren de vida en beneficio de los más desfavorecidos y de las generaciones venideras, mientras que quienes viven en la penuria aspiran de manera legítima a tener más prosperidad, y también a entrar en una sociedad de consumo que anima a adquirir lo superfluo.

La satisfacción de la vida se mide en función de un proyecto de vida, de una carrera, de una familia y de una generación. Se mide también por la calidad de cada instante que pasa, de las alegrías y sufrimientos que colorean nuestra existencia, de nuestras relaciones con los otros; se evalúa además por la naturaleza de las condiciones exteriores y por la manera como nuestro espíritu traduce esas condiciones en bienestar o malestar.

En lo que respecta al medio ambiente, hasta hace poco su evolución se medía en términos de eras geológicas, biológicas y climáticas de decenas de miles de años, salvo en casos de catástrofes planetarias debidas al impacto de asteroides gigantes o de erupciones volcánicas. En la actualidad, el ritmo de estos cambios no para de acelerarse por los trastornos ecológicos provocados por las actividades humanas. En particular, los cambios rápidos que se han producido desde 1950 han definido una nueva era para nuestro planeta, el antropoceno (literalmente, ‘la era de los humanos’). Es la primera vez en la historia del mundo en que las actividades humanas modifican profundamente, (y de momento, degradan) la totalidad del sistema que mantiene la vida en la Tierra.

Para muchos de nosotros, la noción de «simplicidad» evoca una privación, un estrechamiento de nuestras posibilidades y un empobrecimiento de la existencia. No obstante, la experiencia demuestra que una simplicidad voluntaria no implica en absoluto una disminución del bienestar, sino que aporta, por el contrario, una mejor calidad de vida.

La necesidad del altruismo

Para nuestra época, a causa de los grandes desafíos a los que se enfrenta, la opción del altruismo se presenta como la única fuerza capaz de transformar los retos en posibilidades de crecimiento para todos.

Necesitamos, dice Ricard, un hilo de Ariadna que nos permita reencontrar nuestro camino en ese laberinto de preocupaciones graves y complejas. El altruismo es ese hilo que puede permitirnos enlazar naturalmente las tres escalas temporales: plazos corto, medio y largo, armonizando sus exigencias.

El altruismo se presenta a menudo como un valor moral supremo, tanto en las sociedades religiosas como en las laicas. Sin embargo, no tendría cabida en un mundo totalmente dominado por la competencia y el individualismo. Algunos se rebelan incluso contra la «imposición del altruismo», que consideran una exigencia de sacrificio, y elogian las virtudes del egoísmo.
Ahora bien, en el mundo contemporáneo, el altruismo es más que nunca una necesidad, incluso una urgencia. Es también una manifestación natural de la bondad humana, cuyo potencial tenemos todos, a pesar de las múltiples motivaciones, con frecuencia egoístas, que atraviesan y a veces dominan nuestros espíritus.

¿Cuáles son, de hecho, los beneficios del altruismo frente a los problemas mayores que hemos descrito? Tomemos unos cuantos ejemplos. Si cada uno de nosotros cultivara más el altruismo, es decir, si tuviéramos más consideración por el bienestar ajeno, los inversores, por ejemplo, no se entregarían a especulaciones salvajes con los ahorros de los pequeños ahorristas que han depositado en ellos su confianza, con el objetivo de cosechar los máximos dividendos a fin de año. No especularían con los recursos alimentarios, las semillas, el agua y otros elementos vitales para la supervivencia de los más desposeídos.

Si tuvieran más consideración por la calidad de vida de quienes nos rodean, los que deciden y otros actores sociales se preocuparían de mejorar las condiciones de trabajo, de la vida familiar y social, y muchos aspectos más de la existencia. Acabarían interrogándose sobre la distancia cada vez mayor que separa cada vez más a los más desposeídos de los que representan el 1 % de la población, pero poseen el 25 % de las riquezas. En fin, podrían abrir los ojos sobre el destino de la sociedad de la que se aprovechan y sobre la cual han construido su fortuna.

Si tuviéramos más consideraciones para con los demás, actuaríamos todos tratando de remediar la injusticia, la discriminación y la indigencia. Reflexionaríamos entonces sobre la manera como tratamos a las especies animales, reduciéndolas a no ser sino instrumentos de nuestro dominio ciego que las transforma en productos de consumo.

En fin, si demostrásemos tener más consideración hacia las generaciones futuras, no sacrificaríamos ciegamente el mundo a nuestros intereses efímeros, no dejando a quienes vengan después de nosotros sino un planeta polucionado y empobrecido.
Matthieu Ricard no lo afirma únicamente como monje; también como científico. Del evolucionismo a la neurología, pasando por la psicología, todas las disciplinas señalan que el altruismo no solo está grabado en nuestros genes como condición indispensable para prosperar, sino que también se puede cultivar. Está en nuestras manos ser más generosos y, en consecuencia, más felices, a condición de que tengamos el valor de recuperar un modelo basado en la cooperación y en la empatía.

Índice

Juan José Solar Bardelli. Traductor. Perú/España (Lima 1946-2014)
Introducción

  1. ¿Qué es el altruismo?
  1. La naturaleza del altruismo
  2. Extender el altruismo
  3. ¿Qué es la empatía?
  4. De la empatía a la compasión en un laboratorio de neurociencia
  5. El amor, emoción suprema
  6. La realización del doble bien: el nuestro y el del otro
  1. ¿Existe el altruismo verdadero?
  1. El altruismo interesado y la reciprocidad generalizada
  2. El altruismo desinteresado
  3. La banalidad del bien
  4. El heroísmo altruista
  5. El altruismo incondicional
  6. Más allá de los simulacros, el altruismo verdadero: una investigación experimental
  7. Argumentos filosóficos contra el egoísmo universal
  1. El surgimiento del altruismo
  1. El altruismo en la teoría de la evolución
  2. El amor maternal, el fundamento del altruismo extendido
  3. La evolución de las culturas
  4. Los comportamientos altruistas en los animales
  5. El altruismo en el niño
  6. Los comportamientos prosociales
  1. Cultivar el altruismo
  1. ¿Podemos cambiar?
  2. El entrenamiento del espíritu: lo que las ciencias cognitivas dicen acerca de él
  3. Cómo cultivar el altruismo: meditaciones sobre el amor altruista, la compasión, la alegría, la imparcialidad
  1. Las fuerzas contrarias
  1. El egocentrismo y la cristalización del ego
  2. La expansión del individualismo y del narcisismo
  3. Los campeones del egoísmo
  4. Sentir odio o compasión por uno mismo
  5. Las carencias de empatía
  6. El origen de la violencia: la desvalorización del otro
  7. La repugnancia natural a matar
  8. La deshumanización del otro: matanzas y genocidios
  9. ¿La guerra ha existido siempre
  10. El declive de la violencia
  11. La instrumentalización de los animales: una aberración moral
  12. El tiro por la culata: efectos de la ganadería y de la alimentación cárnica sobre la pobreza, el medio ambiente y la salud
  13. El egoísmo institucionalizado
  1. Construir una sociedad más altruista 
  2. Las virtudes de la cooperación
  3. Una educación ilustrada
  4. Combatir las desigualdades
  5. Hacia una economía altruista
  6. La sencillez voluntaria y feliz
  7. El altruismo hacia las generaciones futuras
  8. Una armonía duradera
  9. Compromiso local, responsabilidad global

Datos del autor

En defensa del altruismo
Matthieu Ricard está reconocido internacionalmente como el gran embajador del budismo en Occidente. Ricard abandonó en la juventud su carrera de biólogo molecular para abrazar la religión budista y vivir en un monasterio de Nepal, consagrado a la vida monástica y a la preservación de la cultura tibetana. Tras participar en un estudio de la Universidad de Wisconsin (EEUU) sobre neurociencia afectiva, fue declarado “el hombre más feliz de la Tierra·. Hoy es asesor personal del Dalái Lama, además de uno de los intelectuales más carismáticos y solventes del mundo. Ha publicado en España El arte de la meditación, El infinito en la palma de la mano, El monje y el filósofo y En defensa de la felicidad, todos con Ediciones Urano


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